No cabe ninguna duda de que las tablets están de moda. Cada día llegan noticias de nuevas tablets de diferentes fabricantes, y aunque muchos de ellos parecen iguales, no lo son. A pesar de que a mi modo de ver los tablets no son dispositivos imprescindibles y las personas que tienen una ni les falta un dispositivo móvil ni un PC, ayudaré a todos aquellos/as que se quieran dar un capricho y se lo puedan permitir a decidirse por una. ¿Qué debes mirar a la hora de comprar una tableta electrónica?
Para comenzar, el tamaño de la pantalla es un punto importante, y varía entre 7,8,9 y 12 pulgadas. Bajo mi criterio, una pantalla de 9,7 pulgadas sería la ideal. Por otro lado, deberá ser de gran precisión, definición y resistencia. Además, deberá contar con acelerómetro para pasar de vertical a horizontal.
Otro punto importante (bastante obvio a su vez) es el sistema operativo, el software y las aplicaciones con las que cuente el dispositivo. La cosa actualmente está entre Apple y sus 400.000 aplicaciones y Android con 100.000.
La potencia es un punto determinante, pues de ella dependerá la capacidad de procesamiento de la tablet, así como también, cabe valorar su almacenamiento, que en la mayoría de modelos de Apple no es ampliable mediante tarjetas de memoria.
Otra característica importante es el tipo de conexión a Internet. Ahora, además de la conexión inalámbrica Wi-Fi, muchas tablets incluyen conectividad 3G, lo cual dota al dispositivo de una mayor movilidad.
La cámara no es lo mas importante desde mi punto de vista, sin embargo, la autonomía del dispositivo si es importante, pues de ella dependerá que puedas disfrutar de la tablet mas o menos tiempo desconectada de la luz. La autonomía recomendable oscila entre las 7 y 10 horas.
Llegados a este punto sería recomendable fijarse en los complementos que incluye la tableta; fundas, soportes, teclados… Sobre el precio de las mismas, es bastante complejo, el Slide Pad de Memup de 8 pulgadas cuesta 199 euros mientras que el iPad 2 cuesta 679. No obstante, se pueden conseguir a precios asequibles realizando un contrato con alguna operadora, aunque eso suponga pagar un determinado consumo mínimo al mes.
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